Efectos de las
principales micotoxinas en los parámetros productivos en avicultura

Exploramos de la mano del Prof. Milad Manafi (Universidad de Malayer, Irán) las consecuencias de la exposición a micotoxinas en la producción avícola.

Milad Manafi

Departamento de Ciencia Animal, Facultad de Ciencias Agrícolas, Universidad de Malayer, Malayer, Irán.
[email protected]

La carne de pollo es saludable y puede producirse en cualquier lugar. Se encuentra entre las proteínas de origen animal relativamente más baratas y no está sujeta a ningún tipo de restricciones religiosas (Manafi et al., 2019).

Hay que adoptar medidas de seguridad e inocuidad de los alimentos dentro de la cadena alimentaria, desde los piensos hasta la alimentación humana.

La producción de una cantidad adecuada y asequible de piensos seguros son factores importantes a tener en cuenta, de lo contrario, esto puede llevar a la inseguridad alimentaria y a la malnutrición (Manafi et al., 2018a).

En este artículo técnico se revisa la incidencia y los efectos tóxicos de las principales micotoxinas en las aves de corral.

La contaminación con micotoxinas es un peligro potencial oculto que tiene una variedad de impactos adversos para la salud (Manafi y Khosravinia, 2013).

Para ser más precisos, las micotoxinas son los metabolitos secundarios producidos por diferentes especies de hongos (mohos) que se encuentran en alimentos ricos en hidratos de carbono como el cacahuete, la semilla de algodón, el maíz, el sorgo y los granos de cereales (Manafi et al., 2014a).

Hay una serie de hongos que pueden producir diferentes micotoxinas cuando se juntan en situaciones favorables de condiciones de calor, falta de secado y aireación inadecuada (Manafi et al., 2012a).

Tal y como ha señalado la FAO, casi el 25% de los cultivos alimentarios y cereales producidos anualmente en el mundo están contaminados con micotoxinas, aunque esta cifra subestima en gran medida la presencia por encima de los niveles detectables (hasta el 60-80%) (Eskola et al., 2020).

Ello pone de manifiesto la importancia de la producción y distribución mundial de cereales desde dos puntos de vista diferentes:

  1. El rendimiento de la producción
  2. La calidad del producto

Se ha constatado que la contaminación de los piensos con aflatoxinas oscila entre 1 y 900μg/kg en ingredientes de uso común, así como en muestras de piensos mixtos, en los países en desarrollo (Mohanamba et al., 2007).

Los diferentes países han establecido sus niveles permitidos estándar para la importación y o el suministro de las materias primas para alimentar a sus animales de granja.

Esto es crucial saberlo, ya que la contaminación por micotoxinas comienza ya en la fase de producción y continúa durante la cosecha, el transporte y el almacenamiento, antes de llegar al cliente final en todos los rincones del mundo.

Los países en desarrollo tienen normas muy estrictas en esta materia, pero en algunos países, especialmente en África, la escasez de suministro de materias primas está afectando al nivel permitido (EUR-Lex., 2021).

Como expertos, hay que conocer la variedad y los niveles de contenido de micotoxinas en el pienso que reciben. Una vez conocidos, los nutricionistas de la granja pueden pensar en cómo minimizar esos efectos adversos.

Se considera que, además de la intoxicación aguda y de los daños y lesiones hepáticas graves, estos metabolitos podrían ser la causa de un aumento de las deficiencias inmunitarias y del riesgo de cáncer en el ganado y, posteriormente, se transmitirían a los humanos, dando lugar a mutaciones genéticas cuando las micotoxinas están disponibles en los alimentos a largo plazo (Manafi et al., 2009).

En lo que respecta a las aves de corral, actualmente se considera que las aflatoxinas, las ocratoxinas y las toxinas T-2 son las micotoxinas más peligrosas (Tabla 1) desde el punto de vista de la seguridad alimentaria y regulatorio, además de afectar negativamente a los parámetros de producción avícola (Eskola et al., 2018).

Tabla 1. Toxicidad relativa de diferentes micotoxinas en diferentes especies de ganado.

Aflatoxinas

Entre los diversos tipos de micotoxinas, las aflatoxinas son altamente tóxicas, cancerígenas y causan una grave contaminación (Manafi, 2012).

Se han descrito aproximadamente 15 tipos de aflatoxinas, entre las cuales las familias «B» y «G» (aflatoxinas B1, B2, G1 y G2) son especialmente peligrosas para la producción animal, ya que se han encontrado en todos los principales cultivos alimentarios, cereales y sus productos derivados utilizados para la alimentación de animales y aves de corral.

Estos compuestos de origen natural son producidos principalmente por los hongos Aspergillus flavus, Aspergillus parasiticus y Aspergillus nomius, acarreando graves consecuencias para la salud a través de la contaminación de una amplia variedad de alimentos como el maíz que puede ser utilizado en la alimentación animal/avícola (Manafi et al., 2018b).

Entre todas las aflatoxinas, la aflatoxina B1 (AFB1) es una toxina clave que está estrictamente regulada y controlada en cantidades muy pequeñas (a niveles menores de pbb) en los productos agrícolas que van a ser utilizados por el animal (EUR-Lex., 2021).

La aflatoxicosis, enfermedad asociada a grandes dosis de aflatoxinas provocando una intoxicación aguda, pone en peligro la vida, generalmente debido a daños en el hígado. Otros efectos adversos de las aflatoxinas son:

  • Bajo rendimiento
  • Inmunosupresión y mayor susceptibilidad a las infecciones
  • Aumento de la susceptibilidad a otras enfermedades y aumento de la mortalidad
  • Disminución de la producción de huevos y del peso de los mismos
  • Disminución de la incubabilidad y del peso de los pollitos
  • Aumento de la grasa hepática y disminución de la actividad de varias enzimas hepáticas
  • Cambios en el peso de los órganos
  • Reducción de los niveles de proteínas séricas
  • Hematomas en las carcasas y mala pigmentación

(Manafi et al., 2009; Manafi et al., 2012b; Manafi et al., 2012c; Manafi et al., 2012d; Manafi et al., 2012e; Manafi et al., 2014a; Hedayati et al., 2014a; Manafi et al., 2014b; Hedayati et al., 2014b; Manafi et al., 2014c; Manafi et al., 2015a; Manafi et al., 2016; Manafi et al., 2018b; Manafi et al., 2018c; Manafi, 2018; Eskola et al., 2020).

Aunque el nivel de concentración, el periodo de exposición en la dieta, el sexo, la especie, la edad, la estirpe y el estado de salud de los animales son diferentes factores que afectan al nivel de toxicidad en las aves de corral, todas las especies de aves, especialmente las más jóvenes (pichones de pollitos, patitos y pavos) son más susceptibles a la toxicidad de la AFB1 (Manafi et al., 2012b; Manafi et al., 2014d).

Figura 1. Factores y efectos asociados a la exposición a las aflatoxinas en las aves de corral.

Ocratoxinas

Las ocratoxinas son un grupo de micotoxinas que se transmiten de forma natural a través de los alimentos y que se encuentran en una gran variedad de productos agrícolas en todo el mundo, incluidos los cultivos de alimentos básicos, los granos de cereales, los frutos secos y las nueces.

Son producidos por algunas especies de Aspergillus (principalmente A. ochraceus, A. carbonarius y A. niger) y algunas especies de Penicillium, especialmente P. verrucosum (Manafi et al., 2011).

Las ocratoxinas representan tres formas de metabolitos secundarios (A, B y C), entre las cuales la ocratoxina A es la toxina fúngica más prevalente de su familia.

Se sabe que la ocratoxina A tiene efectos nefrotóxicos, teratogénicos, inmunosupresores y hepatotóxicos en muchas especies animales.

Los científicos también señalan sus posibles efectos cancerígenos en los seres humanos, que podrían deberse al consumo de las toxinas acumuladas en la carne animal (Scudamore, 1996).

La ocratoxina A también inhibe la síntesis de proteínas y la peroxidación lipídica. Esta última podría estar relacionada con el daño oxidativo que perjudica la calidad y la seguridad general de los animales (Stander et al., 2000).

El consumo de ocratoxina A por parte de las aves de corral puede provocar:

  • Disminución del rendimiento productivo de la granja
  • Hemorragia subcutánea
  • Inmunosupresión
  • Aumento de las lesiones patológicas asociadas a la edad
  • Aumento del peso relativo del hígado, riñón, bazo, páncreas, proventrículo, molleja, corazón
  • Aumento de la mortalidad
  • Baja eficiencia de conversión alimentaria
  • Reducción del peso relativo de la bolsa de Fabricio

(Giambrone et al., 1985; Gibson et al., 1989; Scudamore, 2005; Martins et al., 2008; Manafi et al., 2009; Manafi et al., 2011)

Se ha comprobado que los efectos de la ocratoxina A en las aves de corral son bastante pronunciados en los animales más jóvenes (Dortant et al., 2001).

En las aves, el riñón es el principal órgano afectado, y también se ha señalado una marcada disminución del porcentaje de linfocitos circulantes y un aumento significativo del porcentaje de células inflamatorias (monocitos y heterófilos) (Moura et al., 2004).

Figura 2. Efectos asociados a la ocratoxina en las aves de corral.

Toxina T-2

Los tricotecenos, de los que se tiene constancia en muchas partes del mundo, son producidos como metabolitos secundarios (la toxina T-2 es la primera que se ha investigado y se encuentra entre los miembros más tóxicos de esta familia), principalmente por hongos del género Fusarium, de los cuales las especies más importantes son F. sporotrichioides, F. langsethiae, F. acuminatum y F. poae, que se encuentran comúnmente en varios cultivos de cereales (trigo, maíz, cebada, avena, centeno, etc.), pero también en la harina de soja (Manafi et al., 2015b).

Rutinariamente, la cromatografía líquida de alta presión (HPLC) se utiliza para detectar la toxina T-2 en una amplia gama de piensos y alimentos.

Estos compuestos son generalmente muy estables y no se degradan durante el almacenamiento/molienda y las altas temperaturas de cocción/ procesamiento de los alimentos.

La toxicidad y los efectos nocivos de la toxina T-2 varían en función de numerosos factores, como la vía de administración, el tiempo de exposición, la dosis administrada y la edad, el sexo y la salud general del animal (Hossam et al., 2013).

Se cree que la toxina T-2 aumenta la producción de radicales de oxígeno, lo que provoca una lesión celular directa (Manafi et al., 2012f).

Los estudios que indican que la ingestión de toxina T-2 en dosis elevadas por parte de las aves de corral a través del grano, el heno y la paja contaminados provoca:

  • Peroxidación lipídica
  • Fiebre alta
  • Necrosis muscular y cutánea, así como infecciones bacterianas de los tejidos necróticos
  • Agrandamiento de los ganglios linfáticos
  • Retraso en la ovulación
  • Disminución de la motilidad espermática y aumento de las anomalías morfológicas de los espermatozoides
  • Inhibición de la síntesis de proteínas, ADN y ARN
  • Citotoxicidad
  • Inmunomodulación
  • Lesiones en el tracto digestivo, los órganos y la piel
  • Alteraciones neuronales y trastornos nerviosos
  • Disminución del rendimiento y de los parámetros de producción debido al rechazo de alimento
  • Diarrea sanguinolenta, médula ósea, lesiones bucales, inflamación serohemorrágica
  • Distrofia en hígado, riñón, corazón, cerebro y ganglios periféricos del sistema nervioso vegetativo

(Kalantari et al., 1989; Zian et al., 2011; Kachuei et al., 2014; Krska et al., 2014; Drakulic et al., 2016; Yuan et al., 2016)

En principio, el hígado es uno de los primeros órganos diana donde las enzimas ayudan a metabolizar los fármacos que pasan por el hígado. La disminución de su actividad podría conducir a un aumento de los fármacos no metabolizados en el plasma, lo que puede suponer un riesgo peligroso para la salud del animal (Goossens et al., 2013).

El aumento del disulfuro de glutatión y del 3-hidroxibutirato sugiere que la toxina T-2 promueve una respuesta antioxidante en los sistemas de órganos y ayuda a la generación de radicales libres.

Figura 3. Factores y efectos asociados a la exposición a la toxina T-2 en aves de corral.

CONCLUSIONES

Las concentraciones de micotoxinas en el pienso suelen ser bajas y sus efectos inmunosupresores e infecciones secundarias suelen dificultar el diagnóstico.

Como expertos, hay que conocer la variedad y los niveles de contenido de micotoxinas en el pienso que reciben. Una vez conocidos, los nutricionistas de la granja pueden pensar en cómo minimizar esos efectos adversos.

Aunque es difícil predecir el efecto de múltiples toxinas, algunos estudios confirman que la presencia de micotoxinas combinadas en los piensos tiene un impacto más severo en la salud y la productividad del ganado.

El seguimiento y el control de todos los ingredientes de los piensos que se van a utilizar para las dietas de las aves de corral no siempre es práctico y podría comprometer seriamente el suministro mundial de alimentos, debido a las grandes cantidades, sin embargo, el control regular de las muestras de granos y piensos es una medida preventiva valiosa y sólo es precisa si se analizan muestras representativas en el laboratorio.

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